Nuestra historia

El nombre de Fini tiene una historia muy especial.
Fue un homenaje a Doña Josefa, a quien Don Manuel llamaba cariñosamente Fina. De ese apodo nació “Fini”, un diminutivo lleno de afecto que dio nombre a la marca. Así, el espíritu dulce y familiar de Josefa quedó para siempre ligado a cada uno de nuestros productos.

Lo que empezó como una producción artesanal, se convirtió en una fábrica.
Las primeras creaciones sabían a tutti-frutti y tenían tres ingredientes principales: alegría, diversión y creatividad. Poco a poco, los chicles se convirtieron en caramelos de gelatina, marshmallows y los regalices, y en los años 80 nuestras delicias ya conquistaban Europa.

Nuestras fábricas crean más de 1.200 piezas por minuto.
Hoy, con más de 5.000 personas en nuestro equipo, dos fábricas (España y Brasil), presencia en más de 100 países y más de 1.000 productos, seguimos llevando alegría, de océano a océano, a millones de personas. Porque para nosotros, la imaginación no caduca y la diversión no tiene límites.